Revista la Puntilla del 11 al 25 de febrero de 2014 - N.º 151
Autor: LA PUNTILLA
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Editorial // El abono // Estas dos últimas semanas, junto a la que estamos pasando, suponen la primera prueba de fuego de la nueva empresa, el primer contacto firme con la realidad, al margen de cualquier otra consideración. Estas semanas se ha puesto a la venta la renovación de abonos y la opción de adquirirlos para los nuevos abonados, con lo que una vez finalizado este proceso podrán contar con un varemo fiable en lo que a aceptación de su propuesta de feria se refiere por parte de los aficionados. Por el bien de todos sería más que deseable que al menos se lograra mantener el número de abonados de la anterior campaña, rompiendo de este modo la tendencia a la baja que ha acompañado a la fiesta en general en las últimas temporadas.
Mucho mejor, sin duda, sería que esta tendencia se revirtiera y por fin se lograra recuperar parte del abono perdido, aunque ésto, con la actual situación económica, es bastante más complejo. Al margen del balance que finalmente arroje esta campaña, resulta obvio que el hecho de tener que empezar desde cero en cuanto a datos de los abonados ha supuesto un hándicap importante, o al menos una incomodidad, al tener que personarse en la plaza todos y cada uno de los abonados, s o p o r t a n d o además alguna que otra cola. La recopilación de datos en estos casos suele ser tediosa, máxime cuando la gente ya estaba acostumbrada a recibir las entradas sin apenas tener que molestarse, por eso, el simple hecho de mantener un número similar de abonados que el año pasado puede resultar, de entrada, un logro importante. En cualquier caso, no tardaremos demasiado en saber si la apuesta de la empresa cuaja en el aficionado castellonense y si las razones esgrimidas por los nuevos gestores en cuanto a la configuración de los carteles, con un marcado carácter “torerista”, resulta del agrado del público en general. Es cierto que desde algunos sectores de aficionados se ha cuestionado el nuevo rumbo de la feria, como era de esperar, y se ha abogado por mantener al menos un festejo “torista”. Sin embargo, como todos sabemos, los aficionados cojemos en un autobús y quien realmente marca la pauta es el espectador ocasional, de una o dos tardes, o el abonado menos exigente, que por lo general se decanta por carteles con nombres destacados, en decrimento de los hierros anunciados. Alberto Ramírez compareció recientemente en sendas charlas organizadas por La Revolera y el Club Taurino de Castellón, donde pudo ofrecer personalmente las razones que han llevado a montar estos carteles, a la vez que recibió de primera mano las críticas o el beneplácito de los aficionados. Entre las primeras, como era de esperar, estaban las ausencias de Castaño y Cuadri, así como la falta de una corrida “dura”. Entre las segundas, el excelente cartel del viernes, que por lógica se sitúa como punto fuerte sobre el que pivotará el reto de la feria. La reducción de la feria en un festejo más de lo esperado, ya que la mayoría pensaba que finalmente se darían cuatro corridas, o la colocación de los rejones el domingo de Magdalena fueron otros de los puntos que más se cuestionó. En cualquier caso, será la taquilla quien finalmente dictamine el mayor o menor acierto de estos carteles y el futuro de nuestra Feria de la Magdalena. Como decía al principio, ojalá la campaña de abonados sea fructífera, porque la salud de nuestra fiesta depende de su viabilidad económica. Aquí nadie nos va a subvencionar, ni se ha hecho antes ni se hará ahora. Solo logrando que el público acuda a la plaza tenemos asegurado el futuro de nuestra fiesta.
Mucho mejor, sin duda, sería que esta tendencia se revirtiera y por fin se lograra recuperar parte del abono perdido, aunque ésto, con la actual situación económica, es bastante más complejo. Al margen del balance que finalmente arroje esta campaña, resulta obvio que el hecho de tener que empezar desde cero en cuanto a datos de los abonados ha supuesto un hándicap importante, o al menos una incomodidad, al tener que personarse en la plaza todos y cada uno de los abonados, s o p o r t a n d o además alguna que otra cola. La recopilación de datos en estos casos suele ser tediosa, máxime cuando la gente ya estaba acostumbrada a recibir las entradas sin apenas tener que molestarse, por eso, el simple hecho de mantener un número similar de abonados que el año pasado puede resultar, de entrada, un logro importante. En cualquier caso, no tardaremos demasiado en saber si la apuesta de la empresa cuaja en el aficionado castellonense y si las razones esgrimidas por los nuevos gestores en cuanto a la configuración de los carteles, con un marcado carácter “torerista”, resulta del agrado del público en general. Es cierto que desde algunos sectores de aficionados se ha cuestionado el nuevo rumbo de la feria, como era de esperar, y se ha abogado por mantener al menos un festejo “torista”. Sin embargo, como todos sabemos, los aficionados cojemos en un autobús y quien realmente marca la pauta es el espectador ocasional, de una o dos tardes, o el abonado menos exigente, que por lo general se decanta por carteles con nombres destacados, en decrimento de los hierros anunciados. Alberto Ramírez compareció recientemente en sendas charlas organizadas por La Revolera y el Club Taurino de Castellón, donde pudo ofrecer personalmente las razones que han llevado a montar estos carteles, a la vez que recibió de primera mano las críticas o el beneplácito de los aficionados. Entre las primeras, como era de esperar, estaban las ausencias de Castaño y Cuadri, así como la falta de una corrida “dura”. Entre las segundas, el excelente cartel del viernes, que por lógica se sitúa como punto fuerte sobre el que pivotará el reto de la feria. La reducción de la feria en un festejo más de lo esperado, ya que la mayoría pensaba que finalmente se darían cuatro corridas, o la colocación de los rejones el domingo de Magdalena fueron otros de los puntos que más se cuestionó. En cualquier caso, será la taquilla quien finalmente dictamine el mayor o menor acierto de estos carteles y el futuro de nuestra Feria de la Magdalena. Como decía al principio, ojalá la campaña de abonados sea fructífera, porque la salud de nuestra fiesta depende de su viabilidad económica. Aquí nadie nos va a subvencionar, ni se ha hecho antes ni se hará ahora. Solo logrando que el público acuda a la plaza tenemos asegurado el futuro de nuestra fiesta.