Artana desafía la lluvia y se convierte en refugio taurino de la comarca
Autor: torodigital -
Este viernes 10 de octubre de 2025, la localidad castellonense de Artana, enclavada en pleno corazón de la Sierra de Espadán, vivió una jornada taurina marcada por la expectación y la afluencia de público. Las inclemencias meteorológicas obligaron a suspender los festejos en varios municipios cercanos, lo que convirtió a Artana en el epicentro taurino de la comarca, atrayendo a numerosos aficionados y curiosos que no quisieron perderse la cita. La comisión de La Foia presentó un ejemplar de notable presencia y trapío, perteneciente a la prestigiosa ganadería salmantina de El Pilar. El toro, bien armado y de mirada desafiante, salió al asfalto con actitud expectante, midiendo cada rincón y cada movimiento. Su primera arrancada fue directa hacia el recortador local, que lo esperaba con temple y valor, dando inicio a una lidia intensa y concentrada en escasos metros. El astado mostró un comportamiento frío, de embestida tardía pero cargada de intención, lo que aumentó la sensación de peligro entre los asistentes. Supo marcar sus terrenos con autoridad, adueñándose de las estrechas y mojadas calles de la Plana Baixa, donde cada recorte se convirtió en un ejercicio de precisión y riesgo. La lluvia, lejos de apagar el ánimo, añadió dramatismo a una tarde en la que la bravura se impuso al clima.

Este viernes 10 de octubre de 2025, la localidad castellonense de Artana, enclavada en pleno corazón de la Sierra de Espadán, vivió una jornada taurina marcada por la expectación y la afluencia de público. Las inclemencias meteorológicas obligaron a suspender los festejos en varios municipios cercanos, lo que convirtió a Artana en el epicentro taurino de la comarca, atrayendo a numerosos aficionados y curiosos que no quisieron perderse la cita. La comisión de La Foia presentó un ejemplar de notable presencia y trapío, perteneciente a la prestigiosa ganadería salmantina de El Pilar. El toro, bien armado y de mirada desafiante, salió al asfalto con actitud expectante, midiendo cada rincón y cada movimiento. Su primera arrancada fue directa hacia el recortador local, que lo esperaba con temple y valor, dando inicio a una lidia intensa y concentrada en escasos metros. El astado mostró un comportamiento frío, de embestida tardía pero cargada de intención, lo que aumentó la sensación de peligro entre los asistentes. Supo marcar sus terrenos con autoridad, adueñándose de las estrechas y mojadas calles de la Plana Baixa, donde cada recorte se convirtió en un ejercicio de precisión y riesgo. La lluvia, lejos de apagar el ánimo, añadió dramatismo a una tarde en la que la bravura se impuso al clima.





