Segorbe, latido eterno del toro y el caballo: una semana de fervor, tradición y bravura

Autor: torodigital -
Segorbe, capital del Alto Palancia, ha vuelto a vestirse de gala entre el 8 y el 14 de septiembre de 2025, para rendir culto a su más arraigada tradición: la entrada de toros y caballos. Una cita que no es solo espectáculo, sino rito, identidad y emoción colectiva. Como cada año, miles de visitantes han peregrinado hasta esta joya del interior castellonense para vivir una experiencia que trasciende lo taurino y se convierte en una celebración del alma popular. Desde el primer día, el ambiente se impregnó de ese aroma a fiesta auténtica.

Las calles, engalanadas con banderas y balcones floridos, se llenaron de murmullos expectantes, de conversaciones que giraban en torno a la bravura de los toros, la destreza de los jinetes y la magia de una entrada que, aunque dura apenas unos minutos, deja una huella imborrable. Cada mañana, antes del bullicio de la entrada, los animales de la ganadería de Germán Vidal pastaban en las orillas del río Palancia. Esta escena bucólica, que antaño era mero trámite ganadero, se ha convertido en un atractivo más para los visitantes. Familias enteras madrugan para ver cómo los toros se alimentan, se hidratan y se preparan para la subida al pueblo. Es un momento de contemplación, de respeto por el animal, de conexión con la naturaleza y con la esencia de la fiesta. La subida posterior, seguida por curiosos, es ya parte del ritual. sobre el empedrado, el resoplido de los toros, el polvo que se levanta en cada paso todo contribuye a crear una atmósfera casi mística. Y llega el momento cumbre. La entrada de toros y caballos es, sin duda, el corazón palpitante de estas fiestas. A las 14:00 en punto, como dictan los cánones, los jinetes se lanzan desde la parte alta del municipio, escoltando a los toros en una carrera vertiginosa que recorre la calle principal hasta la plaza. No hay barreras. No hay margen de error. Solo la simbiosis perfecta entre hombre, caballo y toro. Este año, la ejecución ha sido impecable. Los caballistas, con una maestría que solo da la experiencia y el respeto por la tradición, han guiado a los astados con precisión milimétrica. No ha habido incidentes graves, lo que habla del nivel de profesionalismo y preparación de todos los implicados. Las fiestas en honor a la Cova Santa no se limitan al ámbito taurino. La música, la pólvora, las procesiones y los actos religiosos han convivido con la pasión por el toro en una armonía que solo Segorbe sabe conjugar. La devoción por la patrona se ha hecho presente en cada rincón, recordando que esta celebración es también espiritual, un reencuentro con las raíces. Segorbe no organiza encierros. Segorbe respira tauromaquia. Aquí, el toro no es solo protagonista, es símbolo. El caballo no es solo vehículo, es compañero. Y el pueblo no es solo escenario, es alma. Esta semana ha sido, una vez más, testimonio de que cuando la tradición se honra con respeto, pasión y autenticidad, se convierte en patrimonio vivo.

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