La Penya Amics de Mascarell presentó un ejemplar de Álvaro Núñez
Autor: torodigital -
El pasado viernes 29 de agosto de 2025, la tradición taurina volvió a latir con fuerza en la histórica villa amurallada de Mascarell. En esta ocasión, la Penya Amics de Mascarell apostó por la sangre brava de Álvaro Núñez, adquiriendo un ejemplar procedente de la prestigiosa finca La Carrasca, ubicada en Culla. El toro, de impecable estampa, lucía un pelaje negro azabache que realzaba aún más sus armoniosas proporciones. Salió con ímpetu desde el cajon, embistiendo con decisión al recortador local que lo esperaba en la arena, marcando desde el primer instante su carácter encastado. Tras ese primer contacto, el astado se adentró en las calles del municipio, donde su presencia altiva y su andar poderoso despertaron la admiración del público. De regreso a la plaza, protagonizó una serie de embestidas vibrantes, con arranques secos, quiebros ajustados y rodadas de gran plasticidad, dejando patente su nobleza y agilidad. La lidia concluyó con una última incursión por las calles, cerrando una tarde marcada por la emoción y el respeto al toro bravo. El ejemplar de Núñez dejó una impronta imborrable en Mascarell, elevando el listón de las exhibiciones taurinas y reafirmando el compromiso de la penya con la calidad ganadera.

El pasado viernes 29 de agosto de 2025, la tradición taurina volvió a latir con fuerza en la histórica villa amurallada de Mascarell. En esta ocasión, la Penya Amics de Mascarell apostó por la sangre brava de Álvaro Núñez, adquiriendo un ejemplar procedente de la prestigiosa finca La Carrasca, ubicada en Culla. El toro, de impecable estampa, lucía un pelaje negro azabache que realzaba aún más sus armoniosas proporciones. Salió con ímpetu desde el cajon, embistiendo con decisión al recortador local que lo esperaba en la arena, marcando desde el primer instante su carácter encastado. Tras ese primer contacto, el astado se adentró en las calles del municipio, donde su presencia altiva y su andar poderoso despertaron la admiración del público. De regreso a la plaza, protagonizó una serie de embestidas vibrantes, con arranques secos, quiebros ajustados y rodadas de gran plasticidad, dejando patente su nobleza y agilidad. La lidia concluyó con una última incursión por las calles, cerrando una tarde marcada por la emoción y el respeto al toro bravo. El ejemplar de Núñez dejó una impronta imborrable en Mascarell, elevando el listón de las exhibiciones taurinas y reafirmando el compromiso de la penya con la calidad ganadera.