Revista La Puntilla del 14 al 28 de enero de 2014 - N.º 149

Autor: LA PUNTILLA
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https://plus.google.com/photos/114440520016545509066/albums/5969059103577505857Editorial // Iván y su plaza // Ayer estuve con Iván Jiménez en los alrededores de la plaza de toros. Había quedado allí con él para hacerle una entrevista que publicaremos próximamente en ¡Eh Toro!, con motivo de su premio como alumno más destacado del pasado curso. Iván lleva en la Escuela Taurina toda la vida. Cuando apenas levantaba un palmo del suelo ya acudía regularmente a entrenar, pese a que por su corta edad todavía no podía matricularse como alumno. Puede que sea la persona que más tiempo ha pasado sobre el albero del coso de Pérez Galdós.
A Iván le ha costado un mundo hacerse un hueco entre los alumnos más destacados pero finalmente su toreo gitano, su particular modo de entender el toreo, ese “duende” que el niega tener pero que va aflorando poco a poco, ha calado en muchos aficionados, que esperan ver como finalmente aflora el torero que lleva dentro. Que esto llegue a suceder o no solo el tiempo lo dirá, pero Iván merece la oportunidad de intentar demostrarlo. Con cierta amargura, entre pregunta y pregunta, me contaba que pese a que esta plaza es casi su propia casa todavía no había debutado en ella. Que tenía toda la ilusión del mundo en que esta fuera su Magdalena pero que lo más probable es que tuviera que seguir esperando. Lo más triste es que si en la feria no hay novillada de la Escuela Taurina y la de Beneficencia hace tiempo que paso a mejor vida, las posibilidades de que Iván o cualquier otro alumno debute en nuestra plaza son realmente mínimas. Tan solo queda la posibilidad de que la Escuela organice una novillada a lo largo del año o que el Bolsín vuelva a celebrarse en esta plaza, dos opciones que por el momento no se vislumbran a corto plazo. Con los carteles a tiro de piedra la posibilidad de que finalmente entre en ellos una sin caballos está prácticamente descartada. Las prioridades de la empresa van por otros derroteros y realmente en ningún momento se ha contemplado esta opción. Sin embargo, pese a quedar fuera de los carteles, no se debería cerrar la posibilidad de llegar a celebrar este festejo dentro de la semana festiva. Quedan fechas realmente apetecibles como el lunes, que es fiesta local y quedan más de dos meses para poder estudiar opciones. Lo realmente importante no es que en los carteles de la Feria figure un festejo sin caballos, lo que cuenta es que este se llegue a celebrar al margen de cualquier otra consideración. Iván merece debutar en su plaza, en ese albero en el que ha pasado su niñez y que le ha visto crecer como persona y como torero, porque el futuro de la fiesta solo se entiende si a quienes se sacrifican en sus inicios se les da la oportunidad de intentarlo. ¿Con que argumentos esperamos llevar jóvenes a las Escuelas Taurinas si luego, tras años de sacrificio, no pueden ver realizado el sueño de debutar ante su gente? Tanto la Escuela Taurina como la nueva empresa tienen la obligación moral de intentar encontrar un hueco, una fórmula que permita reconducir la situación para que nuestro chavales tengan, al menos, una oportunidad al año y si es en la feria mejor que mejor. También debería tener un hueco la novillada sin caballos, aunque aquí la Escuela ya no pinta nada, es solo responsabilidad de la empresa. Entiendo que la primera premisa sea buscar la rentabilidad económica, sin ella nada se sostiene, sin embargo sigo opinando que con dos novilleros de la tierra en el cartel la novillada no tendría porque ser deficitaria. La repercusión económica de las novilladas en el abono no sería excesiva y estaríamos hablando de un paquete de seis festejos, de una semana casi completa de toros. Por contra, con una oferta de cuatro festejos más de uno comenzara a mirar de reojo a la de rejones, preguntándose si realmente merece la pena mantener el abono o se decanta por sacar entradas sueltas de los festejos que realmente le interesan y es que, si bien a muchos aficionados los rejones les gustan, también son muchos los que van simplemente porque entra en el paquete o incluso terminan regalando su entrada. Una ciclo en exceso es inviable, pero uno demasiado escueto puede llevar a perder la sensación de feria y no olvidemos que aquí, como en todos lados, la gente va a los toros porque es la feria, porque la costumbre impera. Lo de la afición a los toros es otra cosa.
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