Revista La Puntilla del 19 de noviembre al 3 de diciembre de 2013 - N.º 145

Autor: LA PUNTILLA
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https://plus.google.com/photos/114440520016545509066/albums/5948240378083603841Editorial // La espada, asignatura pendiente // Este fin de semana vivimos un espectáculo magnífico con motivo del Bolsín Taurino de Castellón, disfrutando de una ganado que permitió, en la mayoría de los casos, lucirse a sus lidiadores
y de unos chavales con el oficio más que aprendido. Sin embargo, todos sin excepción fallaron a la hora de poner punto final a sus actuaciones. No pretendo ni mucho menos menoscabar con este detalle sus actuaciones, que como he dicho fueron en conjunto excelentes, tan solo pretendo incidir en el detalle de lo complicado que es realizar correctamente la suerte suprema
y las escasas oportunidades que gozan los novilleros para desarrollar su aprendizaje. Indudablemente el carretón es un ayudante imprescindible y se precisan horas y horas de entrenamiento en el mismo para pulir una técnica que, todo hay que decirlo, la mayoría no posee. Es frecuente ver a novilleros, e incluso a matadores, realizar esta suerte de manera poco ortodoxa, saliéndose de los cánones establecidos, ya sea por falta de experiencia, por “precaución” o falta de confianza o por un desarrollo de la misma que se ha ido
viciando, pero que al darle buen resultado se va convirtiendo en habitual en su ejecutor. Defectos como perder la muleta o buscar la salida por encima de lo lógico suelen no suelen ser recriminados con tal de que la espada medio entre y aun a costa de que su trayectoria no sea del todo correcta. Probablemente cualquier novillero o matador encontrará mucho más estimulante practicar de salón con la muleta o el capote,
pero de poco sirve ser en excelso muletero, si a la hora de la verdad la espada no entra. La historia de la tauromaquia está llena de excelentes toreros que no llegaron a casi nada porque la espada no entró cuando debía y sin espada no hay orejas. Que claro que no existe excusa en esa falta de técnica que tan habitualmente se luce en este aspecto, otra cosa es la puesta en practica de esta técnica y aquí si que la cosa se complica porque la única forma de desarrollarla realmente es delante de un novillo y aquí las ocasiones son realmente escasas. En este caso si que se puede perdonar a los novilleros esa falta de experiencia que se puede traducir en “nerviosismo” y falta de confianza a la hora de lanzarse sobre la testuz del animal. Matar también es un acto de fe y exige un grado de confianza que solo se alcanza a base de realizarlo muchas veces. Comentaba Fernando Mansedo, en la excelente charla que nos ofreció el sábado, que en Badajoz se mataban los novillos siempre en las clases prácticas y no entendía que aquí no se hiciera lo mismo, hasta que quedó claro que allí siempre se realizan en plazas fijas y en esta tierra los toros se corren por las calles de los pueblos. Esta es la gran desventaja que sufren los alumnos de la Comunidad Valenciana, donde la normativa no permite que las reses sean sacrificadas en clases prácticas cuando las plazas no son de obra. Sin embargo, en esas mismas plazas, compuestas de “cadafales”, con niveles de seguridad homologados para correr toros de cinco años, si se puede realizar festivales o novilladas, previo pago de los correspondientes permisos. Es urgente, por el bien de nuestras escuelas y sus alumnos, adaptar la normativa comunitaria para que todos juguemos con las mismas armas, para que nuestros novilleros puedan realizar sus prácticas íntegras, incluida la suerte suprema. De lo contrario, su aprendizaje se verá injustamente mermado y las propias clases perderán una parte vital de su función didáctica.

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