El toro de Ojailén se impone a la lluvia en La Vall d’Uixó
Autor: torodigital -
Este jueves 9 de octubre de 2025, La Vall d’Uixó vivió una mañana taurina marcada por la persistente lluvia, dentro del marco de las fiestas del Roser. A pesar de las inclemencias meteorológicas, la afición no dio un paso atrás: paraguas en mano y con el alma descubierta, se congregó en masa para presenciar la salida del toro en las calles de la vila. El ejemplar, perteneciente a la prestigiosa ganadería de Ojailén, hizo acto de presencia por las estrechas y empedradas calles del casco urbano, que se encontraban mojadas y resbaladizas, lo que condicionó notablemente su comportamiento. Aun así, el burel mostró nobleza y temple, recorriendo con ritmo firme la extensa trama urbana de La Vall, sin perder la compostura ni la bravura que caracteriza a su hierro. Las condiciones del firme limitaron los quites y las carreras, pero los pocos que se pudieron ejecutar fueron de mérito, con solvencia y respeto por la integridad del animal. El toro respondió con dignidad, entrando con decisión en los terrenos que se le ofrecieron, aunque sin poder desplegar todo su potencial debido al terreno adverso. La jornada concluyó con una sensación agridulce: por un lado, el reconocimiento a la afición valiente que no se dejó vencer por el agua; por otro, la certeza de que el ejemplar merecía una lidia más lucida. Aun así, el toro de Ojailén dejó su impronta en La Vall d’Uixó, demostrando que la pasión taurina puede más que cualquier tormenta.
Este jueves 9 de octubre de 2025, La Vall d’Uixó vivió una mañana taurina marcada por la persistente lluvia, dentro del marco de las fiestas del Roser. A pesar de las inclemencias meteorológicas, la afición no dio un paso atrás: paraguas en mano y con el alma descubierta, se congregó en masa para presenciar la salida del toro en las calles de la vila. El ejemplar, perteneciente a la prestigiosa ganadería de Ojailén, hizo acto de presencia por las estrechas y empedradas calles del casco urbano, que se encontraban mojadas y resbaladizas, lo que condicionó notablemente su comportamiento. Aun así, el burel mostró nobleza y temple, recorriendo con ritmo firme la extensa trama urbana de La Vall, sin perder la compostura ni la bravura que caracteriza a su hierro. Las condiciones del firme limitaron los quites y las carreras, pero los pocos que se pudieron ejecutar fueron de mérito, con solvencia y respeto por la integridad del animal. El toro respondió con dignidad, entrando con decisión en los terrenos que se le ofrecieron, aunque sin poder desplegar todo su potencial debido al terreno adverso. La jornada concluyó con una sensación agridulce: por un lado, el reconocimiento a la afición valiente que no se dejó vencer por el agua; por otro, la certeza de que el ejemplar merecía una lidia más lucida. Aun así, el toro de Ojailén dejó su impronta en La Vall d’Uixó, demostrando que la pasión taurina puede más que cualquier tormenta.
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