Un toro para la historia: La Vilavella cierra sus fiestas con bravura y emoción
Autor: torodigital -
Este domingo 22 de septiembre de 2025 se ponía el broche de oro a las fiestas patronales de Festa la Vila en La Vilavella. Con una plaza abarrotada de aficionados y curiosos, se cerraban casi dos intensos meses de actos taurinos en esta emblemática localidad de la Plana Baixa. Para la jornada de clausura, el Ayuntamiento había reservado un ejemplar de gran presencia y trapío, perteneciente a la prestigiosa ganadería de Los Maños. El toro salió con ímpetu desde el cajon, sorprendiendo al recortador que lo aguardaba en el centro de la plaza. Con una embestida veloz y poderosa, recorrió la plaza marcando su territorio, centrado en los quites pero mostrando cierta desconfianza, rehuyendo algunos de ellos. Aunque no llegó a fijarse del todo en los mozos, cada arrancada del astado generaba momentos de auténtico peligro, dejando claro su carácter y exigencia. Con el paso de los minutos, el animal fue definiendo sus terrenos, dificultando cada vez más la labor de los citadores, que tuvieron que emplearse a fondo para provocar sus embestidas. La mañana dejó una estampa inolvidable, que ni la lluvia logró empañar. Fue un momento histórico para La Vilavella, al celebrarse por primera vez un toro el último domingo de fiestas, consolidando así una nueva tradición que promete perdurar.

Este domingo 22 de septiembre de 2025 se ponía el broche de oro a las fiestas patronales de Festa la Vila en La Vilavella. Con una plaza abarrotada de aficionados y curiosos, se cerraban casi dos intensos meses de actos taurinos en esta emblemática localidad de la Plana Baixa. Para la jornada de clausura, el Ayuntamiento había reservado un ejemplar de gran presencia y trapío, perteneciente a la prestigiosa ganadería de Los Maños. El toro salió con ímpetu desde el cajon, sorprendiendo al recortador que lo aguardaba en el centro de la plaza. Con una embestida veloz y poderosa, recorrió la plaza marcando su territorio, centrado en los quites pero mostrando cierta desconfianza, rehuyendo algunos de ellos. Aunque no llegó a fijarse del todo en los mozos, cada arrancada del astado generaba momentos de auténtico peligro, dejando claro su carácter y exigencia. Con el paso de los minutos, el animal fue definiendo sus terrenos, dificultando cada vez más la labor de los citadores, que tuvieron que emplearse a fondo para provocar sus embestidas. La mañana dejó una estampa inolvidable, que ni la lluvia logró empañar. Fue un momento histórico para La Vilavella, al celebrarse por primera vez un toro el último domingo de fiestas, consolidando así una nueva tradición que promete perdurar.