La peña Los Guateles lidia en Xilxes un toro que no estuvo a la altura
Autor: torodigital -
El jueves 25 de septiembre de 2025, las exhibiciones taurinas prosiguieron en la localidad castellonense de Xilxes, donde la peña taurina "Los Guateles" presentó su astado para la jornada. El elegido fue Bilbaíno, un toro de pelaje cárdeno y hechuras poderosas, perteneciente a la prestigiosa ganadería de Antonio Ordóñez, garantía habitual de bravura y presencia. Antes de la suelta, se rindió un sentido homenaje con un minuto de silencio en memoria de un miembro de la peña recientemente fallecido, gesto que impregnó de solemnidad el ambiente. A la hora señalada, Bilbaíno emergió con ímpetu del cajón, embistiendo con decisión hacia el recortador local que lo aguardaba en la arena. Sin embargo, tras ese primer arranque, el comportamiento del toro fue deslucido. Mostró escaso interés por los cites y prefirió refugiarse en las calles del municipio, donde realizó algunas carreras sin demasiado brío. Su respuesta a los quiebros y rodadas fue tibia, sin transmitir peligro ni emoción al público congregado. La lidia transcurrió sin grandes momentos, y el astado fue finalmente encerrado sin haber dejado huella en una tarde que, pese a las expectativas generadas por su ganadería, resultó monótona y carente de intensidad.

El jueves 25 de septiembre de 2025, las exhibiciones taurinas prosiguieron en la localidad castellonense de Xilxes, donde la peña taurina "Los Guateles" presentó su astado para la jornada. El elegido fue Bilbaíno, un toro de pelaje cárdeno y hechuras poderosas, perteneciente a la prestigiosa ganadería de Antonio Ordóñez, garantía habitual de bravura y presencia. Antes de la suelta, se rindió un sentido homenaje con un minuto de silencio en memoria de un miembro de la peña recientemente fallecido, gesto que impregnó de solemnidad el ambiente. A la hora señalada, Bilbaíno emergió con ímpetu del cajón, embistiendo con decisión hacia el recortador local que lo aguardaba en la arena. Sin embargo, tras ese primer arranque, el comportamiento del toro fue deslucido. Mostró escaso interés por los cites y prefirió refugiarse en las calles del municipio, donde realizó algunas carreras sin demasiado brío. Su respuesta a los quiebros y rodadas fue tibia, sin transmitir peligro ni emoción al público congregado. La lidia transcurrió sin grandes momentos, y el astado fue finalmente encerrado sin haber dejado huella en una tarde que, pese a las expectativas generadas por su ganadería, resultó monótona y carente de intensidad.