La Llosa honra a San Felipe Neri con una jornada taurina marcada por la nobleza del astado de Los Espartales
Autor: torodigital -
La localidad castellonense de La Llosa prosiguió este miércoles 10 de septiembre de 2025 con sus tradicionales festejos en honor a San Felipe Neri, patrón del municipio. Como manda la costumbre, el toro en la calle volvió a ser protagonista, en una jornada que, si bien no alcanzó cotas de emoción desbordante, sí dejó detalles de interés para el buen aficionado. Pasadas las siete de la tarde, se abrió la puerta de toriles para dar suelta a un ejemplar de la acreditada ganadería de Los Espartales, hierro habitual en festejos populares por su seriedad y juego. El burel, de buena lámina y hechuras armónicas, realizó una salida vibrante, con brío y codicia, acudiendo con prontitud a los primeros cites de los recortadores locales, que supieron templar sus embestidas con solvencia y respeto. Tras los primeros compases en la plaza, el astado tomó rumbo hacia las calles del casco urbano, donde se desarrolló el grueso de su lidia. En su deambular, mostró nobleza y fijeza, aunque sin llegar a romper en bravura. Merodeó la plaza en varias ocasiones, pero fue en la conocida calle Ancha donde se asentó definitivamente, permitiendo a los aficionados disfrutar de su presencia durante buena parte de la tarde. La lidia transcurrió sin incidentes reseñables, en un ambiente festivo pero algo falto de intensidad. El toro, aunque colaborador, no terminó de ofrecer ese punto de emoción que enardece al público. Finalmente, fue encerrado sin mayores complicaciones, poniendo fin a una tarde taurina que, si bien no pasará a los anales por su épica, sí cumplió con el ritual y el respeto que merece la tradición.
La localidad castellonense de La Llosa prosiguió este miércoles 10 de septiembre de 2025 con sus tradicionales festejos en honor a San Felipe Neri, patrón del municipio. Como manda la costumbre, el toro en la calle volvió a ser protagonista, en una jornada que, si bien no alcanzó cotas de emoción desbordante, sí dejó detalles de interés para el buen aficionado. Pasadas las siete de la tarde, se abrió la puerta de toriles para dar suelta a un ejemplar de la acreditada ganadería de Los Espartales, hierro habitual en festejos populares por su seriedad y juego. El burel, de buena lámina y hechuras armónicas, realizó una salida vibrante, con brío y codicia, acudiendo con prontitud a los primeros cites de los recortadores locales, que supieron templar sus embestidas con solvencia y respeto. Tras los primeros compases en la plaza, el astado tomó rumbo hacia las calles del casco urbano, donde se desarrolló el grueso de su lidia. En su deambular, mostró nobleza y fijeza, aunque sin llegar a romper en bravura. Merodeó la plaza en varias ocasiones, pero fue en la conocida calle Ancha donde se asentó definitivamente, permitiendo a los aficionados disfrutar de su presencia durante buena parte de la tarde. La lidia transcurrió sin incidentes reseñables, en un ambiente festivo pero algo falto de intensidad. El toro, aunque colaborador, no terminó de ofrecer ese punto de emoción que enardece al público. Finalmente, fue encerrado sin mayores complicaciones, poniendo fin a una tarde taurina que, si bien no pasará a los anales por su épica, sí cumplió con el ritual y el respeto que merece la tradición.
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