Paco Pino, un crack de la calle  

Autor: JORGE CASALS
Suele adornar sus suertes con desplantes muy curiosos como quedarse sentado esperando que la vaca le embista y a veces hasta tumbado El 'rodaor' de Onda se adjudica el concurso de recortes celebrado en la Vall d'Uixó
Su nombre es de sobra conocido en los mentideros taurinos. Los amantes del ganado de corro, esa pequeña gran familia capaz de asimilar en su mente tantos nombres de vacas, le tienen considerado como uno de los grandes por sus dotes innatos ante los animales. Su manera de recortar a las vacas y toros más avispados de ganaderías autóctonas ha causado sensación, tal es así, que infinidad de vídeos que dejan constancia de sus peripecias se han convertido en virales. Es Paco Pino, de Onda, y este pasado fin de semana se ha acabado de destapar al ganar en la Vall d'Uixó el primer concurso de recortes 'Esencias de la calle', que ponía el broche a la II Feria de Invierno en la conocida como capital del toro.
El formato de este concurso era toda una novedad y una incógnita a la vez. Doce especialistas en este tipo de ganado, curtidos en tantas y tantas tardes por los pueblos de la Comunidad, se enfrentaban por grupos de tres a cuatro vacas de la ganadería castellonense El Mijares. Con una particularidad esencial: sin arena en el ruedo, al más puro estilo de las calles, manteniendo el contacto con el asfalto. Paco Pino fue el mejor de su grupo ante la vaca Tormenta y se disputó la final ante Balilla, Mariete, Julio y Juanba 'Sabata', que, como él, son grandes artistas en las calles de nuestros pueblos donde se vive la esencia más pura del bou al carrer. Cada uno mostró su concepto frente a un toro capón llamado 'Granadino', muy pronto y alegre, con el que Paco Pino pudo dejar bien claro que marca diferencias en esta faceta. Curiosamente, el de Onda ya paladeó la embestida de ambos animales en Arañuel pero esta vez rozó la perfección. Indiscutible el premio como ganador del certamen.
«No fui a demostrar nada a nadie», explica el propio campeón. «Fui muy tranquilo, como si fuera una tarde más en la que salí a torear para mí, a disfrutar de lo que yo hago y quedarme a gusto». Así es Paco Pino. Distinto, con una afición desmedida a los toros, sin más ambición que su felicidad personal. «No me gustan los concursos, no suelo salir. Si toreo es porque me apetece en ese momento, porque me gusta y no por obligación o por dinero. Todo esto lo hago por afición, nada más».
En alguna ocasión se ha sacado una revista para leerla sentado mientras esperaba a la vaca «El secreto está en la mente. Es más importante tener buena cabeza que facultades», afirma
Su técnica
La manera de 'rodar' -que no recortar- de Paco Pino supone un refresco de pureza. Todo cuanto hace está presidido por el temple, que es la base de todo, arropado por un valor para dejarse llegar a los animales a escasos milímetros, en esa distancia perfumada de cloroformo donde un pequeño fallo se paga muy caro. El terreno que pisa Paco Pino en los bous al carrer es equiparable -salvando las distancias-, al que atravesaron en la Tauromaquia Dámaso González, Paco Ojeda o actualmente José Tomás. Un conocimiento innato sobre los animales, sus reacciones y querencias, y su manera de dominar los terrenos, le hacen saborear los momentos con mucha despaciosidad, recrearse en las suertes, entrar y salir de las mismas andando, con serenidad, con la calma de un corazón de hielo. Tan seguro se siente de sí mismo, que es capaz de regalare todas las ventajas al animal, hacerle creer que ha vencido, incluso retarle sentado en el suelo, en la misma cara del animal, durante unos segundos eternos. La emoción de cada instante, a flor de piel. Verle por las calles es todo un espectáculo que nos regala cada tarde, porque ese es su premio, hacer feliz al aficionado.
«El secreto está en la mente. Es más importante tener buena cabeza que facultades. Cuando sale el animal tienes que observarlo, estudiarlo e intuir lo que es mejor para él, porque cada animal es distinto; para unos será mejor darles distancia y a otros los tienes que coger muy en corto», razona Paco Pino. Para él es más fácil hacerlo que explicarlo, pero tiene muy asimilado dónde está la pureza y la emoción de una buena rodada. «Cuando viene el animal con ese ímpetu de quererte coger, tienes que dejártelo llegar, pararlo y templarlo, acoplarte a él como si de una canción se tratase, a su compás, los dos unidos al mismo son. Caminar despacio y templar con mucha armonía. Así es como lo siento yo, como mejor lo saboreo».
Al verle por primera vez en acción, muchos quedan sorprendidos, incluso atemorizados. Pino suele adornar sus suertes con desplantes muy curiosos como quedarse sentado esperando que la vaca le embista, a veces hasta tumbado... y hasta en alguna ocasión se ha sacado una revista para leerla sentado. ¡Impresionante! Eso sí, siempre con el mayor de los respetos hacia los animales. «Hay que cuidar al animal, eso es lo principal, tenerle un respeto enorme porque es el alma de la fiesta. Hay que tener el mejor trato posible, intentar que no se caiga y hacer las cosas siempre lo mejor posible, con mucho temple».
Ha firmado grandes momentos con vacas como la temida 'Norteña', de La Paloma; la vaca 'Tabaquera', de Monferrer; o 'Sacristana', de Fernando Machancoses. «Prefiero el ganado con picante», matiza Paco Pino, que, aunque también le gustan los toros cerriles, no es algo en lo que se prodigue mucho. Sí es habitual verle con el ganado de corro por toda la Comunitat, incluso fuera de ella, donde en verano pasa largas jornadas entre Zaragoza, Navarra y Teruel.
Fue precisamente en un municipio navarro, en Fontellas, donde este verano recibió su bautismo de sangre. «Fueron dos puntazos sin importancia de una vaca de Arriazu, pero en general, y toco madera, me han respetado mucho los animales». Aunque los terrenos que pisa te hacen pensar todo lo contrario, pero es que Paco Pino, tiene unas facultades portentosas que le permiten librarse de muchos momentos de compromiso. «Pues no practico deporte, pero me he criado en las calles de mi barrio jugando al toro. Hoy en día casi todos tienen una preparación casi de élite, pero no es mi caso. Te voy a desvelar que mis facultades no son las mejores, aunque no lo parezca, sufro de los ligamentos y el menisco, por eso domino más el asfalto, porque en la arena me resiento mucho».
Este joven de 31 años, que creció queriendo ser como sus ídolos: El Seco, Torrechiva, Palacios, El Tavi... es el ejemplo más claro del rodador romántico por excelencia. Alejado de los focos de popularidad que otros sí buscan, sin ningún motor económico que le impulse a jugarse la vida, lo suyo es pura devoción. Ha creado una escuela con ese dominio impecable de las querencias y los terrenos, gracias a un valor espartano que le hace templar a milímetros de los pitones. Es el dueño de las calles, un regalo para los sentidos.

LO MÁS VISTO EL ÚLTIMO MES