Revista ¡EH TORO! N.º 64 - JULIO - AGOSTO - SEPTIEMBRE - 2013
Autor: LA PUNTILLA
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EDITORIAL // Vilafranca, un club ejemplar en una plaza desierta // Las plaza de toros vacías siempre me han recordado a los desiertos: "mucha arena y poca sombra". Afortunadamente en la mayoría de ellas algunos días al año el albero se llena de color, de formas en movimiento y ese pequeño paréntesis justifica su existencia pasiva durante el resto de año.
En otras, sin embargo, esos hechos son extremadamente esporádicos, cuando no inexistentes y no me sirve la excusa de que se les da otro tipo de usos. Una plaza "de toros" debe albergar al menos un festejo al año, ya sea corrida, novillada o clases prácticas, o pierde el sentido de su propio ser. Este es el caso de la plaza de Vilafranca, un coso más que centenario en el que se llegaban a celebrar varios festejos cada temporada y en el que actualmente a duras penas se da un paseíllo, salvado muchas temporadas por la mínima y dejando alguna que otra prácticamente en blanco. Hace unos años el coso, que comenzaba a presentar un aspecto preocupante en algunas de us partes, fue adquirido por la Diputación Provincial, que restauró buena parte del mismo, lo que hizo albergar en muchos la ilusión de que finalmente la plaza saldría de su letargo, pero la realidad económica de estos últimos años dio al traste con las expectativas creadas. No obstante, el esfuerzo realizado por al institución provincial tanto en la compra del inmueble como en su rehabilitación merecen el reconocimiento de los aficionados. Desde el momento de su adquisición, el coso quedó a disposición del Ayuntamiento de la localidad, que es quien realmente ha gestionado estos años el inmueble y que por lógica es quien debería haberse preocupado de que la tradición taurinade Vilafranca hiciera honor a su historia. Probablemente no sería tan descabellado, ni tan gravoso en lo económico, intentar recuperar un festejo estable en alguna fecha significativa, como la fiesta de San Cristóbal. Si una corrida es caro, siempre se puede recurrir a una novillada, o un festejo mixto. Lo importante es comenzar y el tiempo dirá hasta donde se puede llegar, pero mientras no se plantee alguna opción seria, seguiremos teniendo undesierto donde debería haber una plaza de toros. La pasividad de este coso contrasta con la inagotable labor del Club Taurino de Vilaranca, una entidad con más de cien socios y capaz de organizar innumerables actividades a lo largo del año. Su semana cultural congrega conferencias, exposiciones, actividades infantiles con encierros simulados para los más pequeños y actividades lúdicas para sus socios y simpatizantes. Organiza viajes, mesas redondas, lleva a su pueblo a matadores y ganaderos e incluso programa clases
prácticas para aficionados como la que recientemente ofreció el matador de Les Useres Alejandro Rodríguez. Una actividad inagotable que a lo largo de los ultimos veinticinco años ha mantenido la llama de la afición al toro en el Maestrazgo castellonense y que ahora se ha visto recompensada con la Medalla de Bronce que le ha concedido la Real Federación Taurina de España con motivo de esta efeméride. Enhorabuena y mucho ánimo para seguir, al menos, otros veinticinco más a la misma altura que hasta ahora.
En otras, sin embargo, esos hechos son extremadamente esporádicos, cuando no inexistentes y no me sirve la excusa de que se les da otro tipo de usos. Una plaza "de toros" debe albergar al menos un festejo al año, ya sea corrida, novillada o clases prácticas, o pierde el sentido de su propio ser. Este es el caso de la plaza de Vilafranca, un coso más que centenario en el que se llegaban a celebrar varios festejos cada temporada y en el que actualmente a duras penas se da un paseíllo, salvado muchas temporadas por la mínima y dejando alguna que otra prácticamente en blanco. Hace unos años el coso, que comenzaba a presentar un aspecto preocupante en algunas de us partes, fue adquirido por la Diputación Provincial, que restauró buena parte del mismo, lo que hizo albergar en muchos la ilusión de que finalmente la plaza saldría de su letargo, pero la realidad económica de estos últimos años dio al traste con las expectativas creadas. No obstante, el esfuerzo realizado por al institución provincial tanto en la compra del inmueble como en su rehabilitación merecen el reconocimiento de los aficionados. Desde el momento de su adquisición, el coso quedó a disposición del Ayuntamiento de la localidad, que es quien realmente ha gestionado estos años el inmueble y que por lógica es quien debería haberse preocupado de que la tradición taurinade Vilafranca hiciera honor a su historia. Probablemente no sería tan descabellado, ni tan gravoso en lo económico, intentar recuperar un festejo estable en alguna fecha significativa, como la fiesta de San Cristóbal. Si una corrida es caro, siempre se puede recurrir a una novillada, o un festejo mixto. Lo importante es comenzar y el tiempo dirá hasta donde se puede llegar, pero mientras no se plantee alguna opción seria, seguiremos teniendo undesierto donde debería haber una plaza de toros. La pasividad de este coso contrasta con la inagotable labor del Club Taurino de Vilaranca, una entidad con más de cien socios y capaz de organizar innumerables actividades a lo largo del año. Su semana cultural congrega conferencias, exposiciones, actividades infantiles con encierros simulados para los más pequeños y actividades lúdicas para sus socios y simpatizantes. Organiza viajes, mesas redondas, lleva a su pueblo a matadores y ganaderos e incluso programa clases
prácticas para aficionados como la que recientemente ofreció el matador de Les Useres Alejandro Rodríguez. Una actividad inagotable que a lo largo de los ultimos veinticinco años ha mantenido la llama de la afición al toro en el Maestrazgo castellonense y que ahora se ha visto recompensada con la Medalla de Bronce que le ha concedido la Real Federación Taurina de España con motivo de esta efeméride. Enhorabuena y mucho ánimo para seguir, al menos, otros veinticinco más a la misma altura que hasta ahora.