Revista La Puntilla del 9 al 23 de abril de 2013 - N.º 129
Autor: LA PUNTILLA
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Editorial // Vinaròs, de mal en peor // Vinaròs es, por su historia, por su capacidad y por su programación, la segunda plaza en importancia de nuestra provincia, pero también la primera en despropósitos, “montajes”, suspensiones, cambios de última hora y demás situaciones poco edificantes.
No siempre ha sido así, ni mucho menos, pero su historia reciente esta plagada de circunstancias que la han convertido en un coso donde la seriedad pocas veces hace acto de presencia y donde empresarios de escasa solvencia campan a sus anchas. La última corrida de toros es el mejor ejemplo. Un festejo en el que tan solo se mantiene en cartel uno de los actuantes, curiosamente el de menos nombre y hasta es posible que el que peor parado económicamente ha salido. Un festejo en el que cambian hasta tres veces la ganadería sin justificación aparente. Un festejo que, a primera vista, ya daba para dudar de su viabilidad y hasta de su celebración. Lo triste es que llueve sobre mojado, ya que no hace demasiado tiempo esta plaza vio suspendido un festejo alegando viento es que antes del festejo puedes disfrutar de una de las mejores zonas gastronómicas del Mediterráneo, pero a partir del café todo está por ver. Ya comentamos en su día el despropósito que suponía, por parte del edil responsable del inmueble, del anuncio de la temporada taurina vinarocense en tierras catalanas, como medio de atracción turística, cuando esa temporada ni existía ni estaba en proceso de organizarse, fiando la organización de eventos a los posibles candidatos, si los hubiere. Vinaròs tiene un potencial importante con su plaza y puede llegar a convertirse en un referente a cierto nivel y en un innegable atractivo turístico. Lo complicado es saber encontrar el punto de equilibrio, la fórmula por la que esta plaza sea viable y fiar su funcionamiento a gestores con la seriedad suficiente para que cuando se hable de este recinto sea en positivo. Los tiempos de los contratos desorbitados, incluso de los simples contratos han pasado a mejor vida, al menos para una larga temporada. No hay dinero para casi nada y los toros, sobre todo en espectáculos menores no van a ser menos. Vinaròs debe aspirar a celebrar su tradicional corrida durante las fiestas de San Juan, como una parte más de la programación festiva, con todo lo que ello supone, tanto de precios módicos, como de apoyo de la administración, en la misma medida que el resto de espectáculos. Si para esto esperamos que vengan empresarios de “medio pelo”, ofreciendo lo que luego no pueden asumir, nos entraremos siempre en la actual situación. Si por el contrario se busca a un gestor o gestores serios y eficaces, un cartel adecuado a la plaza y asume el consistorio la viabilidad económica, la corrida se consolidaría como una opción seria y hasta es posible que el resultado económico no fuera del todo malo, si tenemos en cuenta que, por otra parte, los pretendidos alquileres no siempre llegan a las arcas municipales. A partir de ahí, un acuerdo de colaboración con la Escuela Taurina, o la organización de festejos menores, podría suponer un atractivo turístico, viable económicamente y, ahora sí, promocionable como una de las riquezas de esta fantástica ciudad. o algo similar, sin que las condiciones meteorológicas fueran especialmente adversas. A este paso, acudir a la plaza más marinera de nuestra tierra va a resultar una auténtica lotería, en la que lo único garantizado

Editorial // Vinaròs, de mal en peor // Vinaròs es, por su historia, por su capacidad y por su programación, la segunda plaza en importancia de nuestra provincia, pero también la primera en despropósitos, “montajes”, suspensiones, cambios de última hora y demás situaciones poco edificantes.
No siempre ha sido así, ni mucho menos, pero su historia reciente esta plagada de circunstancias que la han convertido en un coso donde la seriedad pocas veces hace acto de presencia y donde empresarios de escasa solvencia campan a sus anchas. La última corrida de toros es el mejor ejemplo. Un festejo en el que tan solo se mantiene en cartel uno de los actuantes, curiosamente el de menos nombre y hasta es posible que el que peor parado económicamente ha salido. Un festejo en el que cambian hasta tres veces la ganadería sin justificación aparente. Un festejo que, a primera vista, ya daba para dudar de su viabilidad y hasta de su celebración. Lo triste es que llueve sobre mojado, ya que no hace demasiado tiempo esta plaza vio suspendido un festejo alegando viento es que antes del festejo puedes disfrutar de una de las mejores zonas gastronómicas del Mediterráneo, pero a partir del café todo está por ver. Ya comentamos en su día el despropósito que suponía, por parte del edil responsable del inmueble, del anuncio de la temporada taurina vinarocense en tierras catalanas, como medio de atracción turística, cuando esa temporada ni existía ni estaba en proceso de organizarse, fiando la organización de eventos a los posibles candidatos, si los hubiere. Vinaròs tiene un potencial importante con su plaza y puede llegar a convertirse en un referente a cierto nivel y en un innegable atractivo turístico. Lo complicado es saber encontrar el punto de equilibrio, la fórmula por la que esta plaza sea viable y fiar su funcionamiento a gestores con la seriedad suficiente para que cuando se hable de este recinto sea en positivo. Los tiempos de los contratos desorbitados, incluso de los simples contratos han pasado a mejor vida, al menos para una larga temporada. No hay dinero para casi nada y los toros, sobre todo en espectáculos menores no van a ser menos. Vinaròs debe aspirar a celebrar su tradicional corrida durante las fiestas de San Juan, como una parte más de la programación festiva, con todo lo que ello supone, tanto de precios módicos, como de apoyo de la administración, en la misma medida que el resto de espectáculos. Si para esto esperamos que vengan empresarios de “medio pelo”, ofreciendo lo que luego no pueden asumir, nos entraremos siempre en la actual situación. Si por el contrario se busca a un gestor o gestores serios y eficaces, un cartel adecuado a la plaza y asume el consistorio la viabilidad económica, la corrida se consolidaría como una opción seria y hasta es posible que el resultado económico no fuera del todo malo, si tenemos en cuenta que, por otra parte, los pretendidos alquileres no siempre llegan a las arcas municipales. A partir de ahí, un acuerdo de colaboración con la Escuela Taurina, o la organización de festejos menores, podría suponer un atractivo turístico, viable económicamente y, ahora sí, promocionable como una de las riquezas de esta fantástica ciudad. o algo similar, sin que las condiciones meteorológicas fueran especialmente adversas. A este paso, acudir a la plaza más marinera de nuestra tierra va a resultar una auténtica lotería, en la que lo único garantizado