DESDE LA BARRERA

Autor: Moisés Rodríguez
“Que bien se ven los toros desde la barrera”, reza el dicho popular.
Nada más lejos de mi realidad, pues yo en la barrera no quiero estar.
Después de sufrir la grabe cornada, no me he puesto delante de un toro sin haber unos palos de por medio.
Quiero expresar lo que siento, pues supongo que muchos de los que han pasado por esto se verán reflejados.

La ética se ha apoderado de mí, pienso en lo mal que lo pasaron todos y me quedo detrás. Pero no me gusta.
He vuelto a los encierros de por aquí y a los toros, me encuentro con la gente, con mi gente, la de los encierros, es muy bonito, me llena de satisfacción abrazarme a ellos y estrechar su mano.
Sentir la emoción que les embarga y los nervios que les atenazan las piernas, ver el miedo y el respeto reflejados en sus caras, me veo y me llena de orgullo hacia ellos.
Pero yo ya no siento lo mismo, de hecho no siento nada.
Mi cuerpo esta relajado y mi mente tranquila, sé que no voy a correr, que no me voy a jugar la vida, no siento ese nudo en el estomago, que me oprimía hasta el alma, pero que me hacía sentir más vivo, que el resto del día.
Pesar en que quizás no vuelva a sentir todo eso me entristece el corazón, me hace brotar lágrimas de emoción, lo tengo todo tan reciente y tan presente, que no puedo, ni quiero apartarlo de mi mente.
Desde que tengo uso de razón este ha sido mi mundo, todo a girado en torno al toro, mi gran pasión, ese precioso animal, sin el que mi vida y mi pasado no tendrían sentido y Pamplona, San Fermín y sus Encierros con mayúsculas.

Sé que seguiré estando ahí, pero menos, que quiero seguir viendo a mis amigos, pero estar en la barrera no es lo mío, no me gusta estar detrás y acabare por no ir.
“Que bien se ven los toros desde la barrera”
Aunque no es para mí.

Moisés Rodríguez Abad.

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