Revista La Puntilla el 22 de enero al 5 de febrero de 2013 - N.º 124

Editorial // Quinielas // Me encanta eso de que en cuanto han pasado las navidades, todos nos lanzamos a especular con lo que sera, lo que podría ser o lo que nos gustaría que fuera la próxima Feria de la Magdalena. Imagino que con las demás ferias pasará tres cuartos de lo mismo, pero esta es la nuestra, y además es la primera del calendario, lo que contribuye a que muchos toreros intenten plantear aquí lo que será su temporada.
 Y digo que me encanta, porque incluso con personas con las que habitualmente no hablas de toros, a la más mínima te lanzan aquello de “¿que sabes de los cateles?”, para, acto seguido comenzar a plantear cada cual sus pretensiones, sus gustos, que si “este seguro que vendrá” y que “si a este no lo ponen no hay derecho”, que “tu que conoces al empresario porque no le dices”... Y lo cierto es que a la mayoría no le falta razón en sus planteamientos, porque si al fin y al cabo pagan una entrada, algún derecho tedrán a la hora de elegir lo que quiern ver. Lugo están los que por afinidad, amistad, parentesco o simple admiración exigen la presencia de su torero como condición ineludible para que la feria tenga el mínimo crédito. Reconozco que en alguna medida me cuento entre estos, y ya sea por amistad o por “fe”, como dirían algunos, tambien tengo mis preferencias. Lo malo es que si estas chocan con las del empresario o sus intereses, me temo que tengo todas las de perder. Lo de las quinielas es un proceso curioso y casi siempre sigue el mismo patrón. Apenas pasan las navidades, comienzan a lanzarse globos sonda, combinaciones y algún que otro nombre, sin más fundamento que alguna declaración de intenciones por parte de los interesados, como la típica escena del ganadero que cuando van unos aficionados les enseña la “corrida que tengo apartada para Castellón”, sin tener la certeza de que eso vaya a ser así. Es cierto que en ocasiones estos comentarios tienen cierto fundamento, pero no siempre. Tambien es verdad que en una feria como la nuestra, poco margen para la sorpresa queda en este apartado, si tenemos en cuenta que suelen repetir más de la mitad de un año a otro. A medida que enero va tocando a su fin y con la feria poco más de un mes, comienza a recortarse la lista de nombres y de ganaderías y las combinaciones empiezan a tener cierto sentido, pese a que la mayoría de las veces son “palos de ciego” que el crítico fía más a su experiencia y cuatro datos sueltos que ha ido pillando que a informaciones reales, que de estas apenas hay. Finalmente, y a menos de una semana de presentar los carteles, las quinielas suelen acercarse a la realidad, hasta que uno o dos días antes las combinaciones salen a la luz con un altísimo porcentaje de aciertos. Es una auténtica carrera contrareloj para ver quien es el primero en dar los carteles, quien es el que más acierta, porque para muchos esto es símtoma de estar bien posicionado en el mundo del toro, de dominar el tema y de tener contactos en todos los niveles, desde ganaderos hasta mozos de espadas. Esto, que hasta hace unos años tenia cierto fundamento, ha quedado hoy sensiblemente diluido y ya no se necesita neceariamente ser un “entendido en la materia”. Con una conexión a internet, una buena dosis de afición y algo de paciencia, el que más y el que menos puede ir ilvanando los carteles, con la seguridad de que una buena parte de lo que obtenga se aproximará al resultado real. No obstante, a mi particularmente me apetece más esperarme al día de la presentación y disfrutar con alguna sorpresa de ultima hora.

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