Revista La Puntilla del 18 al 31 de diciembre de 2012 - N.º 122

Autor: LA PUNTILLA // redaccion@lapuntilla.es
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Editorial // El sueño imposible // La Federación Taurina de Castellón eligió, el pasado viernes, al triunfador de este curso en la Escuela Taurina, un premio oficioso pero que adquiere carácter casi oficial al ser el único que se da en este sentido. El galardonado, como podrán ver en otra sección de la revista, resulto ser en esta ocasión el joven de Alcora Sedano Vázquez, que ha logrado despertar entre sus paisanos un enorme interés.
Cada vez que se elige a uno de estos jovencísimos triunfadores, cada vez que ves la ilusión con que reciben estos primeros trofeos, no puedes dejar de preguntarte hasta que punto llegará su carrera. Si logrará el sueño de tomas la alternativa. Si llegará a vivir del toro. Si Castellón tendrá esa figura que tanto anhela o si finalmente el esfuerzo y el sacrificio tan solo desemboca en un excelente aficionado resignado a ver como sus sueños de juventud se estrellan contra la dura realidad. Entre los alumnos premiados por la Federación, y ya van unos quince si no me fallan las cuentas, hemos tenido casi de todo, desde chavales que a duras penas han completado su etapa de novilleros sin caballos, hasta matadores de toros. Seis si no recuerdo mal llegaron al  octorado: Juan Alberto Torrijos, Vicente Prades, Alejandro Rodríguez, Abel Valls, Diego Lleonart y Paco Ramos. Siguen en activo los tres ultimos, aunque Abel sufre un preocupante parón en cuanto a actuaciones y Diego intenta recuperar la actividad tras una larga temporada apartado de los ruedos por problemas de salud. Tan solo Paco Ramos, en un encomiable empreño por lanzar su carrera, esta logrando un respetable número de actuaciones en su campaña americana. Todos ellos son el perfecto ejemplo de lo complicado que resulta triunfar en este oficio. Pensemos que hablamos de los
mejores alumnos y apenas una tercera parte llega a tomar la alternativa, en algunos casos de forma casi simbólica porque en muchos casos ésta es su única actuación como matador de toros y
en otros apenas se llega a sumar media docena de festejos. ¿Que impulsa pues a estos chavales a embarcarse en tan descabellada aventura? Deberían ser ellos lo que contestaran a pregunta,
pero sin duda el aliciente debe ser tan importante que el sacrificio merece la pena. O quizá el simple hecho de vivir de manera tan intensa su vocación es recompensa suficiente, porque
como decía Juncal en la magnifica seria de Jaime de Armiñán: “cuando un torero triunfa, no se cambia ni por el Supermán ese”. Ser torero es como ser deportista de élite, un sueño imposible
en el que cada año se embarcan miles y miles de jóvenes. No conozco las cifras, pero seria curioso saber cuantos crios dedican horas y horas a darle a una raqueta, a un palo de golf, a subirse
a una moto o a echar largos en una piscina (de futbol ya ni me lo planteo). Cuantos sueñan, como nuestros alumnos, con la gloria, el éxito, emular a sus ídolos. Los alumnos de las escuelas
taurinas son como cualquier otro chaval de su edad, con la salvedad de que la carera que ellos han elegido tiene un significativo plus de peligrosidad y una mayor exigencia de valor. Pero no dejan
de ser jóvenes con ilusiones y esperanzas, y todos y cada uno de ellos merecen y necesitan nuestro apoyo.

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